La Mirtha de la gente
“Chiquita” Legrand volvió a la tele con sus míticos almuerzos y quiero ser su “asesor de imagen”
Señora mía, me temo que es tiempo de adaptarse a los tiempos que corren. Doña, no se quede en el pasado. Sincronice, por una vez, con la sociedad moderna. Quiero decir: ¡sea más popular, querida!¡Sea más “tribunera”! Por única vez, Mirtha de mi alma, sea más pueblo! Espero que no lo tome como una falta de respeto, pero este mocoso quiere ser su asesor de imagen y tiene algunos consejos para el nuevo ciclo televisivo...
Señora mía, me temo que es tiempo de adaptarse a los tiempos que corren. Doña, no se quede en el pasado. Sincronice, por una vez, con la sociedad moderna. Quiero decir: ¡sea más popular, querida!¡Sea más “tribunera”! Por única vez, Mirtha de mi alma, sea más pueblo! Espero que no lo tome como una falta de respeto, pero este mocoso quiere ser su asesor de imagen y tiene algunos consejos para el nuevo ciclo televisivo...
Por Diego Sebastián Maga
Basta de filmar los almuerzos en un estudio de televisión. De aquí en más, permítase transmitir el nuevo ciclo de almuerzos en vivo y en directo pero desde un carrito de comida al paso. O mejor aún, filme a las clásicas “comilonas” directamente desde un medio tanque atendido por su propia dueña. O sea, usted: La Mirtha. ¡La Legrand! Y así, bien podría dejar de ser “Chiquita” para convertirse en una verdadera “grande” del Barrio.
Imagínese esa escena esquinera, en plena barriada, haciendo veredita, pegadita al boliche, con los invitados comiendo o picando de parado nomás. Entre el humito. Con los choricitos en la parrilla y la grasita cayendo en las brasas. Y que se escuche el inspirador ruidito: “¡tzzz!”. Ah, se me hace H2O la boca. Y La Mirtha ahí... Con el delantal, las pantuflas, sin maquillar, un cacho transpirada, de ruleros, con el escarbadientes en la boca y diciéndole a las celebridades que invite cosas tales como: “¿qué le ponemo’ troesma?¿Tuca – tuca, lechuga, tomate, o sale sequeira noma’?” Que lujete, eh.
Y el programa termina con cada invitado preguntándole a La Señora “¿Qué le debo, doña?” y la Mirtha contestando: “Y... son 35 manguito’ jefe... 20 del “chori” y 15 del vinillo cortado que se chupeteó, ¿puede sergio?” Y ahí mismo, cerrando la escena, La Legrand le da el vuelto al comensal famoso y le entrega –a modo de souvenir- un calendario de esos chiquitos que lleva la sugerente inscripción: “Almorfando con Mirtha 2007: ¡pase y haga provechito m’ijo!”
Basta de filmar los almuerzos en un estudio de televisión. De aquí en más, permítase transmitir el nuevo ciclo de almuerzos en vivo y en directo pero desde un carrito de comida al paso. O mejor aún, filme a las clásicas “comilonas” directamente desde un medio tanque atendido por su propia dueña. O sea, usted: La Mirtha. ¡La Legrand! Y así, bien podría dejar de ser “Chiquita” para convertirse en una verdadera “grande” del Barrio.
Imagínese esa escena esquinera, en plena barriada, haciendo veredita, pegadita al boliche, con los invitados comiendo o picando de parado nomás. Entre el humito. Con los choricitos en la parrilla y la grasita cayendo en las brasas. Y que se escuche el inspirador ruidito: “¡tzzz!”. Ah, se me hace H2O la boca. Y La Mirtha ahí... Con el delantal, las pantuflas, sin maquillar, un cacho transpirada, de ruleros, con el escarbadientes en la boca y diciéndole a las celebridades que invite cosas tales como: “¿qué le ponemo’ troesma?¿Tuca – tuca, lechuga, tomate, o sale sequeira noma’?” Que lujete, eh.
Y el programa termina con cada invitado preguntándole a La Señora “¿Qué le debo, doña?” y la Mirtha contestando: “Y... son 35 manguito’ jefe... 20 del “chori” y 15 del vinillo cortado que se chupeteó, ¿puede sergio?” Y ahí mismo, cerrando la escena, La Legrand le da el vuelto al comensal famoso y le entrega –a modo de souvenir- un calendario de esos chiquitos que lleva la sugerente inscripción: “Almorfando con Mirtha 2007: ¡pase y haga provechito m’ijo!”